El título de la novela de Nikos Katzansakis, Cristo de nuevo crucificado, viene a la memoria en estos días de su nacimiento. Esta novela dio origen a una película de Jules Dassin, con Melina Mercouri, El que debía morir. Les recomiendo verla.
Soy hijo de migrantes genoveses, nací en Nuestramérica, mi formación religiosa es la católica. Si hubiera nacido en Jakarta, hijo de indonesios hubiera sido musulmán, y centenares de religiones y probabilidades más. El hecho es que no fue así y llegué a la Revolución, a la idea del Hombre Nuevo, gracias al cristianismo y a la Teología de la Liberación. Desde pequeño, me cuestionaba porqué aquellos que no nacían con el bautizo católico, irían al infierno, o en el mejor de los casos al limbo (instancia que ya no existe). Me parecía terriblemente injusto y nace la rebelión. Claro, luego una dosis de marxismo, nuestros héroes y el amor por la Patria y sus habitantes, completaron la formación.
Los demonios de mi infancia, las torturas del infierno vuelven a aparecer setenta años después con rostros blancos, de saco y corbata, de sastre las señoras, de turbantes y capas blancas. Se descargan y ensañan en Gaza y Cisjordania, contra una población civil de una manera inconcebible.
Hace unos días escribí “los niños son objetivos políticos y militares”. Y así es. El objetivo es bajar la moral de los padres, golpear a las madres y al pueblo en general, pero principalmente es demostrar que esta guerra es en verdad de exterminio de “una raza inferior”, que desaparezca en el futuro, que no tenga futuro y que cualquier forma de rebelión será tratada de esta manera: matando niños y niñas. Matando mujeres capaces de parir.
!!!MATANDO NIÑOS!!!! Están al nivel de demonios disfrazados de humanos. Es indescriptible lo que hacen. Las palabras no bastan. El ejército de Israel, su aviación, la artillería, la inteligencia, el Mossad, dedicados a buscar y ubicar niños para asesinarlos. Se jactan con videos de soldados y soldadas, destruyendo juguetes. Vemos caritas sin vida, madres y padres cargando minúsculos féretros, mujercitas y hombrecitos con la palidez de los cadáveres. Vemos los cadáveres.
Los monstruos se llaman Biden, Netanyahu, Ursula Von der Leyen, el Canciller alemán Scholtz, Macron, el primer ministro británico Rishi Sunak, y todos los gobiernos de los ricos de “occidente”. Quieren hacernos creer que es la guerra de Israel que se defiende contra Hamás, cada vez pierden más terreno y se vuelven más brutales.
Difícil celebrar algo en Belén, este año en que la muerte aparece como el signo predominante. El Imperio Romano crucificó a centenares de rebeldes y seguramente mató a miles de inocentes entre ellos muchos niños. El imperio yanki en el mismo territorio mata a más de veinte mil palestinos y los nazi-sionistas, sin ningún escrúpulo, nos muestran las fotos de sus asesinatos. Israel, su gobierno ha sembrado el germen de su autodestrucción.
En este genocidio hay un solo perdedor y es lo que llamamos la comunidad internacional, incapaz de detener el asesinato impune y en su mayoría cómplice de este asesinato. El objetivo de los EEUU, de la destrucción del Estado de Derecho en el orden internacional, ha sido alcanzado. Pero veloz como un búmeran se abre la puerta hoy, al multilateralismo. La batalla por la hegemonía geopolítica, tiene la cara de los niños palestinos, pero también tiene la cara de los niños refugiados ucranianos o de los niños rusos que han perdido a sus padres combatiendo en sus fronteras.
El Imperio romano crucificó a un hombre hace 2000 años, hoy celebramos su nacimiento y pronto su resurrección, o sea su no-muerte, como la del Che. Su Vida, 2023 años después, está en la conciencia de millones.
El Imperio Yanki crucifica a 8000 niños hoy día y nos los muestra para aterrorizarnos. Pronto, porque la historia se acelera, celebraremos la resurrección de esos niños y el triunfo del pueblo palestino en la conciencia y militancia de millones. Un nuevo Orden Mundial está por surgir y será mejor gracias a la lucha de los pueblos.
Con esta esperanza hoy celebraremos, los cristianos, el nacimiento del Rebelde, del solidario, del que se ocupó con amor de la mujer libertaria, del que condenó la codicia, del que expulsó a los mercaderes del templo, el que dijo que el único pecado es el egoísmo. Ese niño que creció y se hizo hombre y que por sus gestos y acciones de justicia fue encarcelado, torturado y asesinado. Eso celebramos. Celebramos la lucha por la solidaridad, la igualdad y el derecho de los pueblos a ser felices y soberanos. Luchamos por la vida de los niños del mundo, de los niños palestinos hoy día. En todas las religiones y en los no creyentes, celebramos el nacimiento, jamás celebraremos la muerte.
La democracia se recompondrá en autonomías y los pueblos que conservan costumbres ancestrales tienen mucho que enseñar de ello. La vida se regenera desde la primera célula. Este es mi deseo para una Navidad del 2023 y para el 2024 como un año de luchas y victorias, entre ella la libertad de Julian Assange, que simboliza la rebelión contra el silencio cómplice.