Autor: Atilio Boron
Mientras la Argentina se desliza velozmente hacia el abismo empujada por el afán de saqueo del capital concentrado nacional y extranjero y su «killing instinct» -tan celebrado por los teóricos neoliberales y los charlatanes de la Escuela Austríaca en particular- no debemos olvidarnos del genocidio en marcha desde hace más de dos meses en Palestina. Un crimen de guerra, una violación brutal a los derechos humanos, una política de exterminio realizada sin pausa por el régimen neonazi de Benjamin Netanyahu, el carnicero de Tel Aviv, con el apoyo de las potencias occidentales, encabezado por Washington y sus indignos lamebotas europeos. Una masacre que sólo en #Gaza produjo al menos 18.000 muertes, incluyendo las de unos 7.000 niños. Al mismo tiempo, casi 500 personas fueron asesinadas por las tropas del sionismo y los feroces colonos/paramilitares israelíes en los territorios palestinos de la Ribera Occidental, amén de cientos de encarcelamientos extrajudiciales. Toda esta masacre transcurre ante la indiferencia o impotencia del sistema de Naciones Unidas, la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional. El derrumbe del tan publicitado ·orden mundial basado en reglas» de Estados Unidos yace bajo los escombros de Gaza junto con las centenares de personas, en su mayoría niños y ancianos, que aún no fueron ni serán jamás rescatados tras el bombardeo de sus hogares, escuelas, hospitales y campos de refugiados. Parece no haber presión en el mundo que obligue a Tel Aviv y su banda de racistas y ladrones de territorios ajenos a negociar un intercambio de rehenes y un alto el fuego para iniciar el camino de la paz. Si faltaba alguna prueba para constatar la putrefacción moral y política de Occidente el interminable genocidio de los gazatíes la aporta con tétrica elocuencia.