Parafraseando a Gabriel García Márquez, uso este título, buscando sintetizar para el lector de Nuestramérica, lo que está ocurriendo en Ecuador.

Para todos es una sorpresa que luego de diez años de estabilidad política, crecimiento económico, redistribución de la riqueza, defensa de la Soberanía, multilateralismo, seguridad ciudadana y el mejor gobierno de la historia reciente del Ecuador, el país se encuentre en la situación actual.

Tres grandes errores de la propia Revolución Ciudadana, el primero escoger a Lenin Moreno como el sucesor de Rafel Correa. Y la responsabilidad no recae sólo sobre Correa sino por todos los que pensaron y pensamos que sería el personaje correcto. Vendido y traidor, destruyó rápidamente lo construido, aprovechándose del desconcierto de la militancia y del apoyo de los EEUU y la oligarquía local.

El segundo error fueron los guiños hacia el centro derecha desde el propio gobierno de la Revolución Ciudadana alejándose cada vez más de su base popular, sin buscar ninguna política de alianzas y pensando que podía cogobernar con sectores de la oligarquía.

El tercero el no querer construir organización popular. No querer construir partido. Ese es el análisis somero que le quitan peso y fuerza al movimiento desde la salida del líder de la Revolución Ciudadana. Podríamos añadir otros factores, pero en la coyuntura pesan estos

El Plan EEUU.

Desde los Laboratorios de pensamiento de los EEUU, se ha venido trabajando y ejecutando un plan de reconquista de América para los americanos, y sin ninguna paranoia podemos ver que los pasos se repiten con gran eficacia: destrucción de la institucionalidad lograda en los procesos de nueva democracia o de progresismo, comenzando por los medios de comunicación que crean las falsas noticias (Fake News) desprestigiando a los dirigentes y abriendo las puertas a la condena judicial; captura de los sistemas de Justicia con personal entrenado por los EEUU (Law Fare) politizando las decisiones judiciales; fortaleciendo el poder del narcotráfico (aunque parezca lo contrario); destruyendo una por una las conquistas sociales aplicando los infaustos planes del FMI. A ello hay que agregarle la construcción de estructuras populares de corte fascista en Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador. Unas creadas desde cero, otras apoyadas en lo existente y terceras creadas con la delincuencia organizada y armada por el narco y la CIA, como el caso Ecuador.

Todo ello ligado al gran plan estratégico de la captura de América Latina en el marco de la lucha geopolítica contra China y Rusia. La jefa del Comando Sur de los EEUU, Laura Richardson ha dicho con precisión que los recursos naturales de América del Sur, son de prioridad estratégica para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos.

La Unión Europea como súbditos de la política exterior estadounidense ha jugado y juega un papel importante en este macabro juego del ajedrez mundial. Los países que promueven la organización fascista, facilitan este juego y condenan como tristes áulicos, todos a coro, a Cuba, Nicaragua y Venezuela, los tres que heroicamente resisten al Imperio. Entre ellos hay que destacar el papel de VOX, de España que asesora la construcción ideológica del fascismo, creando escuelas y buscando financiamiento de Universidades, para vender el mito ideológico del capitalismo triunfante en el marco de un resurgimiento de la hispanidad como camino civilizatorio de una América indígena derrotada. La lectura de la historia al revés.

En este marco Perú y Ecuador comparten la tragedia de haber aprobado (uno por el congreso y el otro por un decreto presidencial) el ingreso de tropas yankis con armas y equipamiento, al territorio nacional de sus respectivos países.

Ecuador, situación actual

En Ecuador ha sido declarado el estado de guerra, y las bandas delincuenciales del narcotráfico (tres cárteles principales, Sinaloa, Nueva Generación y Albaneses) que financian y agrupan bandas locales, como “fuerzas beligerantes en el conflicto interno.”  Este Estado de Guerra y esta declaración pone en el poder absoluto de la ejecución de la seguridad ciudadana, a las Fuerzas Armadas y en segundo plano a la Policía Nacional.

Muchos compañeros del progresismo han saludado esta decisión, otros han dicho que es un error jurídico y otros consideran que era necesario.

No es un error jurídico, es un gran triunfo de la derecha extrema. A una velocidad extraordinaria se ha puesto la militarización a la orden del día y luego de permitir o crear, largos meses de violencia inusitada, la respuesta de las FFAA en la calle es largamente aplaudida por la población.

El gobierno del presidente Noboa (hijo de hombre más rico del país, de fortuna bananera) tiene un altísimo nivel de aprobación, pues la violencia ha dejado de ser publicitada por los medios y en algunos sectores ha desaparecido de las calles.

Luego del asesinato de 8 dirigentes políticos y un candidato a la Presidencia, ligado a la derecha, bombas en las calles, secuestros, cobros de “vacunas” y motines en las cárceles, todo ha pasado a segundo plano o literalmente desaparecido, solo con la presencia de las Fuerzas Armadas y Policiales en las calles de algunos barrios y en las cárceles. El Estado de Guerra interna se mantiene, por lo tanto, el toque de queda y la suspensión de garantías constitucionales.

Esto no es el fracaso de los gobiernos neoliberales. Este es el éxito de estos gobiernos y de las oligarquías. Nunca ganaron tan rápido tanto dinero y nunca tuvieron tan velozmente tanto poder político y militar. Desde 7 años de gobiernos genuflexos, lo único que se cumple con perversa puntualidad es la deuda con el FMI.

En las grandes mayorías hay un gran desconcierto y la ausencia total de dirección política, que busque retomar el bienestar y la Soberanía.  Se ha aumentado el IVA de un 12 a un 13%, sin que haya media protesta en las calles, el argumento más sólido para este silencio, es que el dinero va para financiar la guerra interna.

En 2025 habrá elecciones para la Presidencia de la República y para asambleístas. Es la oportunidad de un gran frente amplio antiimperialista, contra el fascismo y por la recuperación de las conquistas sociales. Una vez más la unidad de la izquierda y las fuerzas democráticas y progresistas es el factor conflictivo en este proceso. No aparece un factor de unidad real. El correísmo es fuerza mayoritaria, pero no supera su propio límite del 30% y desea seguir siendo el paraguas para todo el campo popular. El movimiento indígena con Leonidas Iza a la cabeza no cubrirá solo, el 50%, del electorado y ambos movimientos no se sientan a conversar. Otros sectores como el feminismo o los ecologistas son “anticorreistas”. Solamente un gran esfuerzo de humildad y de entrega hará posible la construcción indispensable de este Frente Amplio.

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