En todas las culturas y grandes civilizaciones o grandes religiones, la tortura y la matanza de inocentes, a nombre de los dioses o del Dios han estado presentes. La quema de seres humanos vivos, el entierro de ellas vivas para acompañar a sus esposos, la marca con fuego a los ladrones o la amputación de una mano, y centenares de otras torturas.
El genocidio del pueblo palestino y la destrucción de su espacio vital es parte de este ritual, de la danza macabra. Los que pensaban que allí concluía el episodio se equivocaron grandemente. Hoy atónitos unos, desesperados otros y satisfechos los menos, esperamos el ataque contra Rafah.
Rafah es el espacio en Gaza donde hay 1 millón cuatrocientos mil refugiados, esperando ser masacrados y asesinados por el Gobierno de Israel y su banda criminal, que es a lo que han degradado a su ejército.
Con morbo evidente los grandes canales de noticias llaman a contemplar lo que será este ritual macabro de exterminio. Los títeres mayores como Netanyahu, Biden y etc, cumplen las órdenes de los dueños del mundo, los ricos del mundo, con el objetivo de destruir Gaza, reconstruirla para ellos y garantizar sus rutas de gas y petróleo, pero sobre todo demostrar hasta dónde pueden llegar en defensa de sus intereses derrotando y liquidando cualquier forma de resistencia en contra de sus designios.
Los mártires de Palestina, sus niñas y niños, sus mujeres parturientas, sus ancianas y ancianos son el objetivo. No es Hamás. No hay una guerra, hay un exterminio y expulsión hacia el desierto.
Rápidamente Egipto prepara algunos centros de recepción y calladamente organismos de Naciones Unidas y ONGs se alistan para recibirlos, dando el entorno humanitario necesario, para esta brutal gestión de la barbarie sionista.
La Danza Macabra en esta segunda fase, tal vez termine en Rafah, tal vez se extienda a otros territorios Palestinos, nada detendrá el designio perverso de los sacerdotes de la muerte. El anuncio de la paz no existe, aunque mueran todos los rehenes israelitas a manos de los propios soldados de Israel.
Pero cuidado Israel, surgirán muchos Moisés como cuenta tu libro sagrado, que harán retornar al pueblo palestino a sus olivos, sus huertos, a sus territorios y aunque no partan las aguas del mar (o tal vez sí), tendrán la fuerza de los pueblos del mundo que jamás nos dejaremos dominar por los codiciosos ni por los corruptos.
Dejaremos de quedarnos atónitos y recuperaremos el mando de la humanidad, para ponernos a la cabeza de la justicia, la solidaridad, la libertad, la fraternidad y la sororidad. Recuperemos la tierra, la Pachamama, para las justas y los justos. Los asesinos serán condenados y los pueblos marcharán sin hambre ni miseria. No es una profecía es el camino que nos trazamos como humanas y humanos y lo cumpliremos.
Este no es un acto de fe, este es un pensamiento histórico, porque sobre el mal y la muerte, prevalece la vida y la materia no muere, se transforma.