Autor: Pablo Meriguet
Hoy 30 de abril se conmemora un año más de la toma del Reichstag por parte del Ejército Rojo. La emblemática foto en realidad fue tomada tres días después, como una reconstrucción de los hechos que habían sucedido hace poco. La instantánea fue tomada por Efguéni Jaldéi; en ella se ve a un soldado soviético agitando sobre el parlamento alemán (Reichstag) la emblemática bandera de la alianza comunista entre obreros y campesinos que adoptó la URSS. La imagen esconde algunos hechos fundamentales.
Para los comunistas era fundamental coronar el Reichstag, pues ahí inició la trama persecutoria contra los «rojos» en Alemania. Guerorgui Dimitrov, emblemático dirigente comunista, fue acusado junto a otros camaradas suyos de haber incendiado el Reichstag, acto que, después se supo, fue un autoatentado de los propios nazis para elevarse como fuerza politica hegemónica en Alemania (el miedo, amo de las masas perdidas). El revolucionario búlgaro rechazó el abogado de la defensa publica y se defendió a sí mismo ante los tribunales nazis. Su defensa fue serena, magistral y brillante (eppur si muove, dijo, recordando la célebre frase atribuida al perseguido Galileo Galilei), y así logró que lo absuelvan de los cargos.
Más tarde Stalin logrará su liberación definitiva. Había un dicho sardónico en Europa que decía «en Alemania solo hay un hombre valiente y es búlgaro». Sin embargo, este juicio dio inicio a la persecución, tortura y asesinatos de miles de comunistas.
Además, el 30 de abril se suicidó en un búnker bajo tierra, escondido y humillado, Adolf Hitler, quien dijo que los soviéticos jamás los derrotarían porque los eslavos no tienen el carácter para vencer en su territorio a la raza superior de los arios. Así que, tras más de 20 millones de muertos y más de 2000 pueblos totalmente destruidos, la sacrificada celebración para los soviéticos fue doble: conquistado el símbolo de la justificación persecutoria y muerto el enemigo de la Madre Patria.
30 de abril de 1945. No lo olviden.